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Que
sí hombre, créetelo, yo nací en el cuartel de Infantería de Marina que está en San Carlos; es que mi padre era
oficial de dicho cuerpo y vivíamos en los pabellones del cuartel. Así conversaba un día con mi amigo Pepe
cuando paseábamos por las inmediaciones del Hospital de Marina camino de la Casería. A la vuelta me entretuve
contemplando la fachada que, desde su bicentenaria presencia, ha sido testigo de tantos hechos, esperanzas e
inquietudes.
Como para describir el cómo y el porqué del Cuartel me tendría que remontar a la creación de la Población de
San Carlos, y esto requeriría el espacio de un nuevo artículo, sólo me referiré a ello de una manera somera. La
citada población tiene su origen principal en la creación del Arsenal de la Carraca (R.O. del 3 de octubre de
1752), según los planes de Patiño, y el traslado a la Isla de León del Departamento Marítimo en el año 1769, en
tiempos de Carlos III; estos hechos dan lugar al traslado de tropas y personal y a considerar como prioritario
la construcción de una población militar. Se escogió como lugar idóneo el sitio conocido como “el Monte del
Duque”, pues estaba cerca del Arsenal, de la población de la Isla y de los lugares usados para las aguadas de
los buques. Se levantaron planos del citado paraje por una comisión al mando de Francisco Sabatini y, después
de comprar los terrenos, se realizó el desmonte y aplanado de la zona. Toda la obra (enero de 1779 a mayo de
1788) estuvo bajo la dirección de Vicente Ignacio Imperial Digueri, para cuyo puesto fue nombrado en marzo de
1779.
Dentro del proyecto de la Nueva Población de San Carlos, llamada así por R.O. de 1 de julio de 1786, en honor
del Monarca reinante, se contemplaba la construcción de dos cuarteles capaces de albergar cada uno de ellos la
nada despreciable cantidad de cinco “Batallones de Marina”, es decir de unos cinco mil cuarenta soldados.
Era tan apremiante la situación, pues la falta de alojamientos para soldados y mandos era notoria, que el
Ingeniero-Comandante Imperial Digueri, y antes de terminar el aplanado de la población, presentó el 3 de
diciembre de 1785 los planos y vistas, así como el presupuesto, para la construcción de un cuartel para dos
batallones. El citado presupuesto tenía un coste de 4.876.500 reales de vellón y una duración de las obras de
unos cuatro años si esta se realizaba por cuenta de S.M.
Este proyecto fue aprobado por la Junta departamental presidida por el Capitán General D. Luis de Córdoba, con
ligeras modificaciones de la fachada que consistía en la supresión de balcones para tener un menor costo (como
casi siempre, el chocolate del loro), pero, advirtiéndole que no debía de empezar la obra hasta que se pusiera
la primera piedra de la iglesia, que en el futuro será el Panteón de Marinos Ilustres.
La planta del cuartel es rectangular, de 130 varas castellanas de frente por 175 de costado, es decir,
traduciendo a medidas conocidas, de 108,63 metros de frente por 146,23 de costado. Está compuesto por dos
cuerpos adosados y perfectamente diferenciados, el que iba a ser destinado a la tropa y sus servicios, formado
por un cuadrado de 130 varas de lado, con un gran patio interior ochavado de 82 metros de lado y que ocupa el
fondo del edificio; y otro rectángulo de 130 por 45, en la parte frontal que estaba destinado a la oficialidad,
plana mayor y oficinas. Esta disposición continúa básicamente en la actualidad, teniendo en cuenta que el
cuartel alberga en sí a tres dependencias, el TEAR, la Escuela de Aplicación y el Tercio Sur.
Su arquitectura es bastante simple y simétrica, ofreciendo un frente en el que resaltan los antepechos
abalaustrados de los balcones, los frontones de las dos puertas laterales y los once arcos de medio punto que
forman el pórtico de entrada y que se prolongan hasta la altura de la entreplanta; la altura total del edificio
alcanza los 17,54 metros. De su interior es de destacar la monumentalidad de su patio interior, lugar destinado
para la formación militar de sus ocupantes, el cual está rodeado por una galería con 48 arcos y sólo dispone de
dos pisos de altura y azotea.
El edificio tiene -yo no las he contado- trescientas sesenta ventanas al exterior, de las cuales 76
corresponden a la fachada principal, y es una construcción sólida y funcional, carente de adornos innecesarios
que no hubiese hecho otra cosa que encarecer su presupuesto. Todo él está construido con piedra ostionera, que
en palabras de D. Antonio Pons, es fuerte, ligera y toma bien las mezclas y estucos.
El 13 de junio de 1786, Imperial Digueri comunica a D. Antonio Valdés la inmediata apertura de sus cimientos y,
como director de la obra, realiza informes mensuales sobre los trabajos efectuados. El 8 de abril de 1794 el
director en funciones Francisco de Ampudia y Valdés comunica a la superioridad la terminación del cuartel.
La idea de levantar el segundo cuartel, previsto en el proyecto original, fue desestimada por R.O. de 1 de
julio de 1791.
Dispone el Cuartel de Batallones de una pequeña capilla en el segundo piso, de la que quiero destacar una
imagen de San Juan de Nepomuceno, un mártir del sigilo sacramental, que desde muy antiguo se veneraba como
patrón, con el fin de que con su ejemplo el infante de Marina no quebrante la consigna y la defienda
heroicamente.
Este patronazgo es reconocido por R.O. de 3 de agosto de 1731 en la que se dispone que el Batallón de
Barlovento lo tenga como patrón; otra R.O. de 18 de marzo de 1878 dispone que el 16 de mayo sea día de gala
para la Infantería de Marina.
La talla de este San Juan de Nepomuceno es del siglo XVIII, con rasgos de indio americano; es arcaizante y
puede ser debida a artesanos incas. La trajo el Capitán General D. Pablo Morillo en la flota que repatrió a sus
tropas tras la batalla de Ayacucho y se entronizó en la parroquia castrense del Ferrol, para posteriormente ser
trasladada al Cuartel de San Carlos.
El edificio, además de ser la casa solariega de la Infantería de Marina, ha sido utilizado, por lo menos en
parte, para otros menesteres distintos para el que fue concebido. En él estuvo instalada la escuela de
Condestables, de la que fue profesor y Director D. José González Hontoria (Sanlúcar 1840- Carabanchel 1889),
Mariscal de campo de Infantería de Marina y Brigadier de Artillería de la Armada, con mausoleo en el Panteón de
Marinos Ilustres; señalemos que también sirvió de prisión durante las guerras carlistas.
Durante el asedio francés y durante dos años (1810-1812) acogió al Regimiento de Cuenca, que estaba encargado
de la defensa en la zona del Arsenal. Más tarde, entre 1823 y 1828, y tras la ocupación de la Isla por el Duque
de Angulema, fue residencia del Regimiento francés número 20, y quizás de ese tiempo sea el plano del cuartel
que está en la primera planta del Museo Municipal.
Muchas y variadas incidencias han ocurrido, pero quizás la recreación del Tercio de Armada, por el decreto
1.148/68, como vuelta a los orígenes para lo que fue construido, sea para el Cuartel y para mí lo más
significativo.
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