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La
vida sigue en la Isla, y al regresar de una visita a las Baleares me encontré con la agradable noticia de que
uno de mis sobrinos pasaría a ser próximamente alumno de la Escuela de Suboficiales, motivo más que suficiente
para girar visita a tan señero edificio y comprobar in situ lo que pronto conocería por boca ajena.
Ocupando el fondo del precioso paseo Capitán Conforto, nos encontramos con un edificio de una apariencia poco
significativa, cosa completamente normal si tenemos en cuenta que es la parte trasera de lo que se había
proyectado como edificación a contener la Intendencia y Tesorería del Departamento en la nueva Población de San
Carlos. La idea de crear esta población se debió al arquitecto e ingeniero militar español y de origen italiano
Francisco de Sabatini en 1765 que realizó un proyectó grandioso, no solamente con cuarteles y servicios, sino
con academias, biblioteca y museo al objeto de proporcionar una instrucción completa al personal de la Armada.
Para ese proyecto, modificado posteriormente a causa de la penuria económica, se compró entre otros terrenos el
llamado Monte del Duque propiedad del Duque de Arcos, el cual fue explanado para constituir la actual plaza y
con sus piedras se construyó el citado edificio. Este se realizó según proyecto y dirección de D. Gaspar de
Molina, Marqués de Ureña. El inmueble es de planta rectangular con 33,43 metros de frente por 83,56 de fondo y
consta de cuatro pisos, contando los entresuelos, albergando en su interior cuatro patios; tanto su frente como
sus costados son de galería corrida de arcos sobre pilastras de piedra, aunque los arcos de las fachadas
laterales están cegados.
La fachada principal, en su parte baja, está formada por siete arcos de medio punto que conforman la citada
galería, mientras que el resto de ella está dividido en tres partes separadas por franjas almohadilladas que
recorren los cuerpos superiores. El módulo principal está resaltado por un frontón triangular que lo corona y
por la balaustrada sobre ménsulas que recorren los tres balcones del primer piso. Una combinación de frontones
curvos y triangulares rematan los balcones del piso principal, los cuales repiten su alternancia en las
fachadas laterales.
La fachada sur, la que da al paseo, es mucho más sencilla, dividiéndose en dos grandes cuerpos, el primero lo
forma la planta baja y el entresuelo, mientras que otras dos plantas conforman el segundo; los balcones que se
abren a esta, están enmarcados en pilastras adosadas, coronándose la fachada con una cornisa corrida adornada
con metopas y un frontón triangular, pero mientras el de la fachada principal está compuesto por una alegoría
de su función hacia el mar, el de esta sólo enmarca un reloj. Su arquitectura, sin abandonar los cánones
neoclásicos, es sencilla y práctica siendo su máxima preocupación la funcionalidad.
La aprobación de los planos y proyectos de la población de San Carlos fue por R.O. de 14 de marzo de 1786 y,
tras la colocación de la primera piedra de la iglesia el 2 de julio del citado año, se procedió oficialmente al
comienzo de las obras de la población, y entre ellas la de la Escuela, de tal forma que la academia de pilotos
y vivienda del tesorero se entregaron el 21 de enero de 1798, mientras que la tesorería y la contaduría lo
fueron el 8 de mayo de 1798. Terminada su construcción, el edificio fue destinado a los servicios de
Intendencia, Contaduría, Tesorería y Contabilidad del Departamento, así como a la Comandancia General del
Cuerpo de Pilotos; asimismo radicaba en él la biblioteca departamental.
Pronto cambiarían sus funciones, pues según R.O. de 24 de Marzo de 1810 se autorizó al Coronel de Artillería
del Ejercito, D. Mariano Gil de Bernabé la creación de una academia militar para la lucha contra el invasor
francés, y ante la amenaza de este ejercito, se traslada a la Isla tanto la Escuela con sus profesores como sus
alumnos, ocupando en un primer momento la Academia de Pilotos, aunque más tarde estas fuerzas se repartieron
entre distintos regimientos. La labor como Academia militar continua con más o menos intensidad hasta 1820 en
que, tras el alzamiento de Las Cabezas de San Juan, en la noche de 31 de diciembre de 1819, el edificio es
ocupado por las tropas del Teniente Coronel D. Rafael Riego Núñez que manda a los profesores y cadetes a la
escuela de Granada. A partir de entonces, y salvo la academia de pilotos, hasta 1845 el inmueble estuvo
dedicado a cuartel, sirviendo en algunos años como prisión (1833-1836) en la primera guerra carlista.
Es en este año -1845- cuando se decide un acontecimiento importante tanto para el estamento militar como para
la ciudad en general, ubicar en la población de San Carlos el Colegio Naval Militar. Este colegio fue el
continuador natural de la Academia de Guardiamarinas, que en 1717 y a iniciativa de D. José Patiño se fundara
en Cádiz. Al trasladarse el Departamento a la Isla, la academia de guardiamarinas se instala en noviembre de
1769 en la llamada Casa de la Reina, detrás del colegio de la Compañía de María en la barriada Sacramento,
hasta la guerra de la Independencia de 1810.
Aunque la admisión de aspirantes se cerró en 1821, se crea en 1826 una especie de colegio en el Arsenal de la
Carraca, el cual debido a sus deplorables condiciones fue cerrado en 1828. Tras muchos años sin academia
oficial en España, se decide reestablecerla de nuevo y un R.D. de 18 de septiembre de 1844 designa a la Escuela
como el sitio idóneo para estos fines, siendo su primer director D. José del Río Elijio. Esta situación dura
mientras hubo caudales pues, por su causa, se cierra el 10 de mayo de 1869, y el edificio pasa a ser sede de la
Capitanía general hasta su traslado en 1912 al centro de la ciudad. Desde 1913, y hasta 1943 en que se traslada
a Marín (Pontevedra) fue nuevamente sede de la Escuela Naval Militar, pasando desde ese año a la actualidad a
ser Escuela de Suboficiales.
En este edificio y cumpliendo una de las finalidades previstas desde su construcción, se instaló el 27 de marzo
de 1992 el Museo Naval que vamos a ver ahora. Lo vemos, pero las explicaciones más tarde, le dije a mi amigo
Marcos que me acompañaba en la visita, pues creo que hay material para un nuevo Paseo por la Isla.
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