Plumas selectas
  • POESÍA 2



  • (De "Poemas Cotidianos")

    1-

    Arrancar
    cuando las goteras y los huesos
    reclaman su atención casi continua,
    cuando empiezas a hacer chantajes
    a las arrugas y a las grasas,
    cuando te apuras
    en raspar el óxido y en disipar
    las telarañas que te agobian,
    arrancar ahora
    es un amanecer imprescindible y temerario...
    Ahora que el galeno
    desde la altura o desde el coloquio
    te ha confesado que el TAC es consecuente
    y los tubos no han encendido su bombillita
    de alarma o de peligro,
    que te han firmado el documento de válido
    para la lucha,
    te rompes consciente y voluntario
    en proyectos difíciles, en nuevas
    y temerosas quimeras disociadas
    a pesar de que no hay galenos
    que curen los fracasos
    ni maestros que entiendan los conceptos.
    Saltas en el vacío
    de la Red sin red o del mundo
    sin seguros vitalicios: pero saltas
    porque te quema morirte en el silencio,
    porque tuviste siempre la certeza
    de que no debías callarte y vegetar
    adorando más o menos al becerro,
    ni al dinero,
    ni siquiera tan solo a tus cosas
    y a tus gentes.
    Esa vocación irreverente
    que nunca supiste de dónde provenía
    y que te ha marcado mil veces el rostro
    y otros cientos los costados
    y te ha hecho llorar el alma
    y te ha bajado a las tinieblas
    y te ha desolado,
    esa también ha limpiado los rincones
    del amor y de la entrega
    y te ha elevado a cotas indecibles.
    Arrancar de nuevo, hoy, ahora,
    cuando el galeno ha firmado su dictamen
    con un informe de lucha transitorio
    parece inevitable y necesario.
     

     
    5-
    Me está arrullando la noche
    como a un lactante satisfecho
    después de su mamada.
    Las estrellas me hacen guiños
    y el horizonte azul y negro
    susurra a mis oídos promesas
    de lunas compartidas y olvidadas.
    Hoy es mía la noche
    y son míos hasta los ladridos
    de los perros y las quejas de las vacas
    que van pariendo conmigo sus secretos.
    Y es también mi confidente
    y mi compañera silenciosa y altruista:
    juega con mis lágrimas y mis risas
    al escondite entre las sombras
    que bordean los rincones de mi vida
    mientras su silencio, rasgado por el viento,
    por un grito lejano y persistente
    o por una estrella que se derrumba
    entre las copas de los árboles,
    espolea el suave y lento devenir quejumbroso
    de mis pensamientos.
    ¡Ay, noche-noche!:
    noche parapeto, noche excusa,
    noche silencio,
    noche conciliadora y noche olvido,
    noche
    confidente y princesa putativa...
     

     
    11-
    Estoy ahogando los ensueños
    en fracasos de tiempo, en vacíos
    de ilusiones que no llegan
    o que van cerrando el portón tranquilo
    de las promesas venideras.
    Me van ahogando las sonrisas
    ahora que todo es trasparente
    en la penúltima recta de la vida,
    cuando todo es suave y debería
    ser confortable y consecuente.
    Estoy penando confesiones,
    dolores y penumbras, olvidos
    que nunca adornaron mis futuros,
    fracasos que nunca me acosaron,
    horas huecas y grises,
    tiempos varados que duelen
    como una lanza entre las piernas.
    Me están penando nubarrones
    de hastío y de impotencia,
    coletazos hirientes de la vida
    que juega al escondite pesaroso
    de autoestimas necesarias,
    zarpazos a destiempo del presente
    que provocan soledades.
    ¡Oh, mano negra y decisiva!:
    ¿será tu existencia inadmisible
    como un candomblé desdibujado
    de maldiciones perpetuas?
    Mano negra:
    sé que no existes,
    pero sé también que dueles
    como una lanza entre las piernas...
     

     
    15-
    (Para Marisa, que vivió en la distancia
    la historia de este fracaso)
     
    Despechos
    de palabras no entendidas,
    de conceptos transformados
    no porque sí,
    no por aleatorias coincidencias,
    no,
    no por casualidades destempladas,
    si no por el miedo y la defensa
    de ser violado en la distancia.
    Defensas,
    escudos protectores y corazas
    que se tornan ofensivos y procaces
    ante el miedo que vas mamando
    inevitablemente con el tiempo,
    que te hacen enemigo potencial
    de todo aquello que se acerca
    levemente hacia tu mundo.
    Mundos
    que se van alejando sin remedio
    haciendo barricadas insalvables
    para salvar trocitos de soledad
    y de miedo compartido y no aceptado
    porque es más simple la huida,
    el meter el amor en un agujero
    de alambres y de tierras corrompidas
    que dar la cara y afilar el alma
    al socaire de las trincheras.
    Luego queda el fracaso,
    el no haber sabido cortar alambres
    a través de las palabras dulces,
    los reproches consecuentes
    hacia tu destemplada certidumbre
    de humano, de ser real, de
    hombre tributario de miles de golpes
    a veces asimilados con paciencia
    pero siempre picantes, hirientes, desquiciantes.
    La historia de un fracaso cotidiano,
    uno más,
    apenas imperceptible,
    pero que marcan mis sueños esperados
    de nuevos mundos, de nuevas gentes y caricias.
    La historia de un fracaso,
    uno más,
    apenas imperceptible...









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