Espondilitis Anquilosante
La Espondilitis Anquilosante o Espondilitis Anquilopoyética (EA), también conocida como mal de Bechterew-Strümpell-Marie, es una enfermedad autoinmune crónica que se manifiesta con dolores y
endurecimiento paulatino de las articulaciones. Su frecuencia es muy parecida a la de la AR y suele aparecer en adolescentes y adultos jóvenes, mayormente entre los 15 y 30 años, con una relación de 7 hombres por
cada 3 mujeres. Está muy asociada al gen HLA-B27 (90 % de los enfermos).
En las espondiloartropatías se incluyen la Artritis Reactiva (Enfermedad de Reyter), la Artritis Psoriásica pustulosa, la Artritis Juvenil de tipo EA y la Inflamación Intestinal Crónica cuando va asociada a la Colitis Ulcerosa y la Enfermedad de Crohn. Pertenecen al grupo de las llamadas espondiloartropatías seronegativas (EASN) porque el resultado del factor reumatoide (FR) en los análisis de sangre, a diferencia de la Artritis Reumatoide que suele ser
positivo -aunque no siempre-en casi todas las espondiloartropatías suele ser negativo. En cada una de estas entidades es posible distinguir subgrupos cuya expresión clínica depende de factores tales como la
edad de inicio, el sexo y tipo de bacteria (en el caso de las Artritis Reactivas).
La EA afecta principalmente a la columna vertebral, a los ligamentos y entesis (zona de inserción en el hueso de un músculo), en especial en la zonas cervical, lumbar y la articulación iliosacra o sacroilíaca,
pero suele afectar también otras articulaciones y zonas del cuerpo, como la cadera, rodillas, hombros, glúteos y el talón de Aquiles. Es frecuente que durante el desarrollo de la enfermedad aparezcan
inflamaciones oculares en el iris (Iritis) o en la úvea (Uveítis), causando migraña y fotofobia. También pueden ser afectados otros órganos como los riñones, corazón y pulmones. Es muy común el aspecto de
salchichas en los dedos de las manos y los pies. También es muy frecuente, debido a la osteoporosis y al alterado biomecánico, las fracturas en la columna cervical, generalmente en las vértebras C6 y C7.
El curso de la enfermedad es impredecible y los síntomas pueden aparecer y desaparecer en cualquier momento. Como tantas otras patologías reumatológicas y autoinmunes, la Medicina oficial no tiene respuesta sobre
su etiología. Así, pues, y aunque parece ser que la bacteria Klebsiella Pneumoniae se encuentra entre los
agentes nocivos que afectan a esta patología (mientras en la AR suele ser el Proteus Mirabilis), y, junto a
péptidos y residuos alimentarios, pudiera operar como gatillante, se desconoce qué la causa y origina.
Pacientes con EA muestran un elevado número de IgA, específico de la Klebsiella Pneumoniae, mientras ofrecen resultado normal para la IgG específica para el Proteus Mirabilis y la AR. A la inversa, quienes sufren
de AR ofrecen resultados normales para la IgA, pero tienen elevados niveles de IgG específico del Proteus.
Para su tratamiento el médico especialista -el Reumatólogo- puede prescribir una serie de fármacos entre los que se cuentan los antiinflamatorios no esteroides (AINES) para reducir la inflamación y el dolor;
corticoides o medicamentos que inhiben el sistema inmunitario, los llamados inhibidores del TNF y moléculas de nueva generación (Etanercept, Adalimumab, Infliximab, etc.), y, en personas que no tienen una buena
respuesta a los corticoides o que dependen de dosis altas de los mismos, fármacos citotóxicos que bloquean el crecimiento de las células. La cirugía sólo se lleva a cabo si el dolor y el daño de las
articulaciones es severo.
El Régimen Ancestral
Afortunadamente, el seguimiento correcto del Régimen Ancestral puede hacer que remita la EA (y la mayoría de los subtipos) en un porcentaje que casi alcanza el 100 por 100. Una excepción
en el tratamiento son las
espondiloartropatías de tipo Artritis Reactiva (S. Reyter) debidas a la bacteria Chlamydia trachomatis (que
suele operar como desencadenante). Esta bacteria suele encontrarse en la vías urogenitales y su primer tratamiento sería a base de tetraciclina o similar (tanto en los enfermo como
en sus parejas). Hecho esto, se cura como las demás.
Particularmente, recomiendo moderar la ingesta de carbohidratos en las espondiloartropatías. Excluir los que ya están prohibidos por el Régimen, como cereales, pan, pastas, trigo, maíz, leche y lácteos, etc., y
moderar los más altos en almidón como las patatas, legumbres, castañas, etc., incluso el arroz que se debe preferir el
integral. Y lo hago porque me parecen lógicos, razonables y perfectamente fundamentados los estudios del doctor Ebringer y su equipo en el
hospital de Middlesex en Londres. Es un complemento al Régimen Ancestral a tener en cuenta exclusivamente en las espondiloartropatías.