Artritis Reactiva
La Artritis Reactiva o Síndrome de Reiter es una enfermedad reumática recurrente del grupo de las espondiloartropatías seronegativas. Se presenta como una artritis aséptica inducida por la
respuesta del huésped a una infección entérica o urogenital. Se le denomina síndrome de Reiter cuando se presenta con la tríada clásica de artritis, uretritis y conjuntivitis, si bien, como la constelación de
estos hallazgos es infrecuente, aunque primero se la denominó como Reiter Incompleto, luego se abandonó el término pasando a denominarse Artritis Reactiva. También se la conoce como Artritis Venérea o
Blenorrágica.
El SR suele comenzar con una infección genitourinaria o gastrointestinal, siendo frecuente la uretritis no gonocócica, para, unas semanas después, desarrollar el resto de las características. Del mismo modo
puede ocurrir luego de un cuadro de gastroenteritis infecciosa (forma postdisentérica). Además de la tríada clásica -inflamación de la uretra, conjuntivitis y artritis-, también puede presentar Entesitis,
Sacroileítis, Uveítis y diversas lesiones mucocutáneas, entre ellas la Queratodermia Blenorrágica (lesiones hiperqueratósicas de la piel en palmas, plantas y uñas) y la Balanitis Circinada (dermatitis anular
serpiginosa del glande del pene). A ello se unan diversas afectaciones dermatológicas en forma de pápulas serosas con centro amarillo en plantas, palmas y en menor frecuencia en uñas, escroto, cuero cabelludo y
tronco.
Los agentes causales son la Salmonella, Shiguella flexneri, Yersinia enterocolitica, Chlamydea, Campylobacter jejuni y Ureaplasma urealyticum, pero el microorganismo más frecuentemente comprometido en las
artritis reactivas urogenitales es la Chlamydia trachomatis. Menos frecuentes son la Chlamydia psittaci y el Ureaplasma urealyticum.. En el hombre habitualmente se encuentra disuria (dolor o dificultad
al orinar), secreción uretral e incluso prostatitis. En las mujeres se produce inflamación del cérvix, de la uretra, de las trompas de Falopio (salpingitis) y de la vulva y la vagina (vulvovaginitis). Los
síntomas constitucionales son comunes: fiebre, fatiga y malestar general. El compromiso oligoarticular es característicamente muy inflamatorio (enrojecimiento, hinchazón y dolor) y afecta generalmente rodillas,
tobillos y pies en los que se puede ver dactilitis. El 50 % de los casos tiene dolor lumbar por el compromiso axial. Sobre un 10 % desarrollan Espondilitis Anquilosante. También se observa muy frecuentemente Nefropatía por IgA,
Aortitis, Amiloidosis, Neuropatía periférica, bloqueo AV y Mielitis transversa. El 75 % de los pacientes presenta recurrencias episódicas.
La Artritis Reactiva afecta principalmente a los varones jóvenes de entre 20 y 40 años de edad. Se constata, pues, que es menos frecuente en mujeres, no así la forma postdisentérica que afecta por igual. Las
infecciones se producen generalmente a través de contacto sexual o, en las gastrointestinales, por consumo de alimentos contaminados o el uso de sustancias contaminadas.
Debe pensarse en Síndrome de Reiter ante una Oligoartritis de miembros inferiores (rodillas, tobillos, primera metatarsofalángica) y de presentación aguda ocurrida en varones jóvenes, que tiene como antecedente
previo y cercano el haber presentado un episodio diarreico profuso, una uretritis o una cervitis. Para su diagnóstico hay que indagar si existe puerta de entrada uretral, vaginal o intestinal, pues puede que el
paciente no lo refiera espontáneamente por ignorar su relación con las afecciones articulares y por el tiempo que transcurrió desde ese episodio. Si la artritis va acompañada de ojos rojos, úlceras orales,
balanitis circinada y queratodermia blenorrágica el diagnóstico es fácil. En la mujer, donde estos signos suelen ser ocultos y asintomáticos, se haría necesario solicitar un examen ginecológico para detectar las
lesiones iniciales.
En los exámenes de laboratorio se observa leucocitosis y trombocitosis, elevación de los reactantes de fase aguda (VSG y PCR),
hipergammaglobulinemia (especialmente IgA), líquido sinovial inflamatorio, factor
reumatoide negativo y serología reumatológica negativa. El gen HLA-B27 es positivo hasta en el 80 % de los casos. En la radiología destaca entesopatía calcánea y
sacroileítis unilateral. Suelen ser útiles el
cultivo de secreción uretral y coprocultivo, serología de Yersinia, Chlamydea, Campylobacter y técnicas de amplificación de DNA para Chlamydea.
El Síndrome de Reiter debe diferenciarse principalmente de la Artritis Psoriásica, Artritis Reumatoide seronegativa y de artritis enteropáticas.
Como el SR puede tener un curso recurrente, con remisiones y exacerbaciones continuadas, no posee un tratamiento específico. Los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) resultan eficientes para mejorar la
inflamación articular. Si no hay respuesta a estos, se puede prescribir Sulfasalazina. En casos en que persiste inflamada una articulación puede ser de utilidad la infiltración de corticoides. En casos severos se
indican inmunosupresores, siendo el más utilizado el Metotrexato. Y cuando éste resulta inefectivo o no tolerado, puede reemplazarse por Azatioprina.
Aunque la enfermedad es desencadenada por una infección previa, los antibióticos no suelen estar indicados cuando hay artritis. En algunos pacientes se prescriben si existen dudas de que se tratara correctamente
la infección inicial, sobre todo en los casos venéreos. El tratamiento con antibióticos durante varios meses no parece alterar la evolución del proceso artrítico.
Muchos de los pacientes tiene buena evolución, quedando sin síntomas a los 6 meses. No obstante, el curso es muy difícil de predecir, ya que es irregular y variable en cada individuo. Algunos casos de SR son
crónicos pudiendo evolucionar a Espondilitis Anquilosante.
El Régimen Ancestral
La Artritis Reactiva o Síndrome de Reiter no es citada en su obra por el profesor Seignalet, por lo que se nos escapa su siempre útil experiencia clínica con el seguimiento del Régimen Ancestral, así como los
porcentajes de éxitos o fracasos con el mismo. No obstante, al tratarse de una espondiloartropatía con cuadro clínico y resultados biológicos con mucha similitud a otras perfectamente conocidas y descritas,
además de no encontrarse en su etiopatogenia ni en sus manifestaciones clínicas nada que pudiera hacer pensar en posibles obstáculos, no me cabe la menor duda de que el Régimen puede llevar a cabo una remisión total y
completa de esta patología en la mayoría de los casos. De hecho, así lo venimos comprobando al paso del
tiempo.