La
Diabetes de tipo 2
(también llamada Diabetes del adulto o no insulinodependiente) es una enfermedad
metabólica crónica y polifactorial que
aparece cuando el páncreas no produce
insulina suficiente o bien ésta no es
utilizada eficazmente por el organismo.
Representa el 90 % de los casos mundiales
-con unos 350 millones de afectados- y,
aunque puede presentarse también en
personas delgadas, se comprueba como mucho
más extendida en personas con un peso
corporal excesivo y faltas de actividad
física.
Los signos clínicos pueden ser similares a
los del tipo 1 (
Diabetes
Mellitus tipo 1), pero menos
intensos. En consecuencia, la enfermedad
suele diagnosticarse cuando cuenta con
varios años de evolución y han aparecido
complicaciones y daños -generalmente,
irreversibles- en el organismo.
Curiosamente, este tipo de diabetes, que hasta hace poco
sólo se observaba en adultos, parece
extenderse a otras edades y en la
actualidad también se está manifestando en
jóvenes y niños
La escasa disponibilidad de insulina
conlleva un deficiente metabolismo celular
que hace aumentar los ácidos grasos y los
niveles de triglicéridos -además de un
notable descenso en la concentración de HDL-. La
hiperglucemia (cantidad excesiva de
glucosa en la sangre) causa daños en
nervios, ojos, riñones, corazón y vasos
sanguíneos. La cetoacidosis (elevación en
la concentración de los cuerpos cetónicos
-ácido acetoacético y
beta-hidroxibutirato- en la sangre) puede
ocurrir como resultado de estrés
excesivo, infecciones, administración de
ciertos medicamentos, deshidratación o
deficiente control de la enfermedad. La
resistencia a la insulina -que viene
producida por alteración genética o
adquirida y confiere una inadecuada
captación de la glucosa dependiente de
insulina por parte de los tejidos-, es un importante
contribuyente a la progresión de la
enfermedad y a las complicaciones de la
diabetes.
Debería continuar con un mayor detalle de
la sintomatología, causas, diagnóstico,
tratamientos y complicaciones de esta tan
compleja como frecuente patología, pero,
tal como hiciera con la tipo 1,
considerando los numerosos estudios y gran
conocimiento del tema que nos demuestra el
profesor Seignalet, mejor que continuar
con las mismas, les reflejo las
descripciones y planteamientos que nos
muestra en su libro (pág. 424 y sig.) con
el título de:
Enfermedades de ensuciamiento no
malignas.
Definición
El diagnóstico de diabetes de tipo 2 se
confirma:
• Por una glucemia en ayunas igual o
superior a 126 mg/dl, comprobada dos
veces. La cifra clásica de 140 mg/dl ya no
se admite en los criterios actuales
(Wareham y O`Rahilly, 1998).
• Por una glucemia medida dos horas
después de la ingesta oral de 75 g. de
glucosa igual o superior a 200 mg/dl.
Nociones generales
La diabetes de tipo 2 se denomina también
diabetes del adulto. El término de
diabetes grasa es cuestionable, ya que el
sobrepeso no es constante- El término
diabetes no insulinodependiente también es
cuestionable, ya que la
insulinodependencia puede aparecer durante
la evolución de la enfermedad.
La diabetes de tipo 2 está muy extendida,
y afecta al menos al 3 % de la población
francesa. Es menos grave que la diabetes
juvenil, ya que no produce coma acidocetósico o hipoglucemia severa. En
realidad, este tipo de diabetes es muy
peligroso a medio y a largo plazo, ya que
afecta a los vasos grandes y pequeños (Feener
y King, 1997), y puede producir múltiples
alteraciones: insuficiencia renal,
retinopatía, neuropatía, insuficiencia
coronaria, arteritis o accidente vascular
cerebral.
La diabetes de tipo 2 es una enfermedad
polifactorial. La concordancia en los
gemelos monocigotos es del 70 %. Los
factores genéticos son importantes y, en
este caso, los genes del HLA no son los
afectados. Los factores medioambientales
están también presentes y se conoce desde
hace mucho tiempo el papel favorecedor de
la obesidad y la falta de actividad
física.
La diabetes del adulto se considera
incurable. El objetivo de los
tratamientos actuales es disminuir su
intensidad y retardar la aparición de
complicaciones vasculares.
Los dos fenómenos principales
La diabetes de tipo 2 se caracteriza por
la asociación de dos fenómenos (Girard,
1994):
1) Una disminución de la secreción de
insulina, que presenta además anomalías
respecto a la pulsatilidad, la cinética y
la cualidad (Guillausseau, 1994). La
cantidad de células beta es a veces
normal, pero con frecuencia está
ligeramente disminuida. Esta pérdida
moderada no es suficiente para explicar el
déficit de insulina.
2) Una resistencia a la insulina de las
células dianas, principalmente células de
los músculos estriados (miocitos) y del
tejido adiposo (adipocitos). La glucosa
es mal captada y mal metabolizada.
A veces se habla de un tercer proceso: el
aumento de la producción de glucosa por
el hígado después de la digestión. Ésta
resulta de una neoglucogénesis excesiva
por la transformación de ácidos grasos en
glucosa, en caso de obesidad o falta de
ejercicio físico. Pero este tercer
trastorno refleja principalmente la
resistencia de las células del hígado a la
insulina v no merece ser individualizado.
Se ignora si la disminución de la
secreción de insulina precede a la
insulinorresistencia o si es a la inversa.
Se sabe que la hiperglucemia crónica
agrava la disfunción de las células beta y
la resistencia periférica a la insulina.
Es el efecto tóxico de la glucosa. En
cuanto a la primera causa de los
problemas, es desconocida. Las diferentes
hipótesis han sido estudiadas por Delarue
(1991).
Tratamiento
El tratamiento de la diabetes de tipo 2
apenas ha progresado desde hace 50 años.
Se recomienda un aumento de la actividad
física, régimen y algunos medicamentos.
Ejercicio físico
Se recomienda la actividad física, ya que
se sabe desde hace tiempo que el
sedentarismo y la obesidad no sólo
favorecen la aparición de la diabetes
del adulto, sino que potencian los
factores agravantes.
Dietética
La dietética clásica recomendada para el
tratamiento de la diabetes del adulto se
expone en varios artículos (Moulin, 1989,
Lean, 1995; Jeambrun, 1996). Los
regímenes alimenticios propuestos por los
especialistas han diferido según las
épocas, lo que demuestra que todavía no se
ha encontrado el modo de nutrición ideal.
Actualmente, los principios
fundamentales son los siguientes:
1) Una restricción calórica moderada: 500
a 1000 calorías por debajo de la ración
habitual.
2) Búsqueda de un equilibrio entre los
distintos tipos de nutrientes, que se
establecería en un 55 % de glúcidos, un
30 % de lípidos y un 15 % de proteínas.
3) La noción de azúcares de absorción
rápida o lenta ha sido reemplazada por la
noción de índice glucémico, es decir, la
capacidad que tiene un glúcido de
aumentar la glucemia. Se deben consumir
alimentos con un índice glucémico bajo,
salvo en caso de hipoglucemia.
4) Para los lípidos, la relación entre
ácidos grasos poliinsaturados y ácidos
grasos saturados debe ser superior a 0,8,
con el objetivo de reducir la
neoglucogenesis y la hipercolesterolemia,
y de aumentar la sensibilidad a la
insulina.
5) Se recomiendan las fibras solubles,
almidón resistente (plátanos) y legumbres,
con el fin de disminuir la absorción
intestinal de los alimentos, y por
consiguiente la hiperglucemia postprandial,
el hiperinsulinismo reactivo y la tasa de
colesterol.
Medicamentos
Se han realizado revisiones
generales de
calidad sobre este tema (Tan y Nelson,
1996, Bressler y Johnson, 1997). Los
medicamentos pertenecen a varias
familias:
1) Las sulfamidas hipoglucemiantes
Se fijan en los receptores de superficie
de las células beta, a las cuales
estimulan directamente. Bloquean los
canales de potasio/ATP, lo que ocasiona una
despolarización de la membrana y una
apertura de los canales de calcio. El
flujo intracelular del calcio activa la
secreción de Insulina (Henquin, 1993).
Las sulfamidas hipoglucemiantes tienen
también receptores en otras células
diferentes de las del páncreas. Parecen
disminuir la insulinorresistencia en los
miocitos y los adipocitos (Zimmerman,
1997).
El inconveniente de estos medicamentos es
que tienen una eficacia variable según los
enfermos. La apertura de los canales
de potasio/ATP no es la única causa de la
hiperglucemia. Hay otras que no corrigen
las sulfamidas. Además, exponen al
enfermo a hipoglucemias, a veces severas.
2) Las biguanidas
Sus propiedades fueron descritas por
Brogard y col. (1996), y Bell y Hadden (1997).
a) Disminuyen la insulinorresistencia a
través de dos vías:
• Aumentan la captación celular de la
glucosa, al mejorar la unión entre la
insulina y sus receptores, y
probablemente por un efecto pos receptor.
• Aumentan la utilización celular de
la glucosa.
b) Disminuyen la hiperglucemia por dos
vías:
• Inhiben la neoglucogenesis hepática.
• Disminuyen la absorción intestinal
de la glucosa.
Sus desventajas radican en el hecho de
resultar contraindicadas en caso de
insuficiencia renal y de comportar un
riesgo de acidosis láctica.
3) La acarbosa
Ha sido bien estudiada por Allannic (1997)
y Lebovitz (1997). Es un pseudotetrasacárido de origen bacteriano,
que moviliza varias alfaglucosidasas,
enzimas del borde en cepillo de los
enterocitos. Una vez activadas, estas
alfaglucosidasas no están disponibles para
separar a los oligosacáridos en
monosacáridos absorbibles. Esto disminuye
la absorción intestinal de la glucosa, lo
que reduce la hiperglucemia.
4) Las tiazolidinedionas
Han sido defendidas por Henry (1997) y Petrie y col. (l 997).
Disminuirían la
resistencia a la insulina por tres vías:
• Al aumentar la captación de la glucosa
por las células.
• Al potenciar los efectos de la insulina.
• Al disminuir la neoglucogénesis hepática
(de forma inconstante).
Límites del tratamiento clásico
Las medidas terapéuticas que se acaban de
exponer moderan la evolución de la
diabetes de tipo 2 y retardan la aparición
de complicaciones, pero no curan a los
pacientes. Tarde o temprano, la diabetes
se vuelve resistente a los medicamentos.
Se dice que se descompensa. Las células
beta secretan cada vez menos insulina, y
por tanto el único recurso es la insulinoterapia. Otro problema es la
aparición de complicaciones vasculares
que acortan de manera importante la
esperanza de vida
Creo que la relativa ineficacia del
tratamiento clásico proviene del hecho de
que se aplica sólo en las etapas
terminales de la diabetes de cipo 2, en
las cuales aparece la insuficiencia de la
secreción insulínica, resistencia a la
insulina y su consecuencia, la
hiperglucemia. Para que sea más efectivo,
hay que combatir las verdaderas causas de
la diabetes de tipo 2, es decir, los
factores causales de la disfunción de las
células beta y le las células diana de la
insulina.
Para la diabetes del adulto sólo puede ser
eficaz un tratamiento etiológico. En ese
caso deben aclararse los mecanismos
fisiopatológicos de la diabetes de tipo
2. Esta búsqueda se desarrollará en los
capítulos siguientes.
Papel de la hiperglucemia y de las
proteínas glicadas
Desde hace algunos anos se ha demostrado
una correlación entre la gravedad de la
hiperglucemia y la precocidad e intensidad
de las afecciones degenerativas
vasculares (Skyler, 1996). Hoy en día se
conoce la razón de esta correlación- El
exceso de glucosa induce la formación de
proteínas glicadas (llamadas también
glicosiladas), sin ayuda de enzimas.
Estas proteínas se acumulan en el colágeno
cutáneo y en la matriz extracelular, cuyo
funcionamiento obstaculizan.
Principalmente, se unen a receptores de
membrana de los monocitos/macrófagos, las
células endoteliales y las células
musculares lisas. en resumen, en todas las
células implicadas en la arteriosclerosis.
Esta unión tiene tres consecuencias.
• Se producen radicales libres.
• Aumenta la permeabilidad del endotelio
vascular.
• Se activan varios factores de
transcripción, lo que desencadena una
reacción inflamatoria.
Estos tres procesos generan lesiones
vasculares en la diabetes de tipo 2 (Wautier,
1997).
Cuanto más elevada es la cantidad de
proteínas glicadas, mayor es el peligro de
complicaciones vasculares (Klein y col.,
1996). Por ello, la dosificación de la
hemoglobina glicosilada es el mejor examen
para seguir la evolución de una diabetes
de tipo 2 (Taylor y Kerr, 1996). La
hemoglobina glicosilada es la hemoglobina
A, que en el transcurso de la vida del
hematíe ha fijado progresivamente glucosa.
Este proceso es fisiológico, pero
normalmente lento. El porcentaje de
hemoglobina glicada no debe exceder un
6 %.
En la diabetes de tipo 2, la fijación de
glucosa se acelera y la proporción de
hemoglobina glicosilada aumenta
claramente. Por encima del 8 %, el riesgo
vascular es mayor. El índice de
hemoglobina glicosilada es más
indicativo, debido a su mayor estabilidad,
que el de la glucemia en ayunas, que a
menudo varía de un día a otro.
La relación entre la glucemia y la
importancia del riesgo vascular, mediante
las proteínas glicadas, tiene una
consecuencia práctica. Cuanto mejor se
controla la glucemia, mejor se protege al
diabético de las complicaciones
vasculares. Esta teoría ha sido
ampliamente confirmada por numerosas
encuestas cuyos resultados han sido
sintetizados por Guillausseau (1996), Skyler (1996) y Gascer y Hirch (1998).
Mecanismo de la secreción de insulina
Las células beta de los islotes de
Langerhans del páncreas producen insulina.
Constituye la única hormona
hipoglucemiante, mientras que existen
varias hormonas hiperglucemiantes:
glucagón, leptina, epinefrina, cortisol y
hormona de crecimiento.
La secreción de insulina por las células
beta está regulada por dos variedades de
sustancias «secretagogas» (Jones y Persaud,
1998).
1) La concentración sanguínea de algunos
nutrientes, esencialmente glucosa, y
accesoriamente algunos ácidos grasos y
algunos aminoácidos. Estos agentes
actúan penetrando en el interior de las
células beta, donde inducen la secreción
de insulina.
2) Algunos mensajeros no nutrientes,
hormonas o neurotransmisores, que se unen
específicamente a los receptores en la
membrana de las células beta y transmiten
el mensaje a través de las proteínas
unidas a la GTP en el interior de las
células. Estos agentes pueden modificar
de forma notable la secreción de insulina.
Citemos el GIP (gastric inhibitory
polypeptide) y el GLP-1 (glucagon-like polypeptide 1), los dos secretados por
las células endocrinas del intestino
(Thorens, 1995).
Entre los productos secretagogos, la
glucosa es, con gran diferencia, el mas
importante. Tras el correcto desarrollo de
varias etapas, induce a la secreción de
insulina.
• La captación de glucosa sanguínea por la
célula beta. Aquí interviene el
transportador GLUT 2, que permite a la
glucosa atravesar la membrana plasmática
de la célula beta (Bastard y col., 1998).
GLUT 2 es un calibrador sensible a la tasa
de glucosa sanguínea.
• Un metabolismo normal de la glucosa,
que pasa por la glucólisis anaeróbica en
el citoplasma, el ciclo de Krebs y las
fosforilaciones oxidativas en las
mitocondrias, finalizando en la producción
de ATP, es decir, de energía. La glucocinasa es la enzima clave, ya que es
sensible al nivel de glucosa. Según el
caso, transforma la glucosa en
glucosa-6-fostato, primer estadio de la
glucólisis anaeróbica, o deja a la glucosa
intacta en el citoplasma. Guía el destino
de la glucosa, orientándola, bien sea
hacia la producción de energía, o hacia la
activación de señales que inducen la
secreción de insulina.
• Un aumento de la
concentración da AMP
cíclico, del inositol trifosfato (IP3),
del diacilglicerol, del ácido araquidónico
y del ácido fosfatídico.
• E! cierre de los canales K+ (potasio)
en la membrana plasmática, favorecido por
el ATP e inhibido por el ADP, así como por
el fosfolípido membranario PIP2, que
disminuye enormemente la sensibilidad de
los canales K+ al ATP (Ashcroft, 1998). El
cierre de los canales K+ induce la
apertura de los canales Ca++ (calcio). La
entrada en gran cantidad de iones de
calcio en la célula beta amplifica las
señales emitidas por la glucosa.
• La puesta en marcha de una cascada.
Señales -> Factores de transcripción
->
Activación del promotor de la insulina ->
Transcripción del gen estructural en ARN
mensajero -> Traducción y síntesis de la
hormona, que no pasa por los estadios de preinsulina, proinlina
e insulina.
• La salida de la insulina de la célula
por exocitosis.
La secreción de insulina también se ve
modificada por algunos factores.
1) La insulinorresistencia, de la cual se
sabe que tiene una acción activadora, al
menos al comienzo de la diabetes de tipo
2, de la secreción de insulina.
2) Los
depósitos de sustancias amiloides
en el páncreas, observados en el 80 % de
las diabetes de tipo 2 frente al 0-7 % de
los individuos control. El constituyente
principal de estos depósitos es la amilina,
un péptido de 37 aminoácidos (Guiot y Rahier,
1993, Castillo y col., 1995).
La producción de amilina precede a la
aparición de la diabetes y puede, por
tanto, contribuir a su desarrollo. Se
sospecha que la amilina puede facilitar la
destrucción de algunas células beta,
impedir la secreción de insulina y
ocultar las señales producidas por la
glucosa.
Mecanismo de la utilización de la insulina
La insulina ejerce sus efectos sobre las
células diana, principalmente las de los
músculos estriados o miocitos, que
consumen el 80 % de la glucosa del
organismo, las del tejido adiposo o
adipocitos y las del hígado o
hepatocitos.
Una acción eficaz de la insulina necesita
el desarrollo correcto de varias etapas.
• La captación de glucosa por la célula
diana, gracias a la acción de los
transportadores de la familia GLUT,
especialmente GLUT 1 y GLUT 4 (Bastard y
col., 1998). Este proceso puede ser
obstaculizado por un exceso de proteína
rad, codificada por el gen Ras.
• La fijación de la insulina en su
receptor, expresado en la membrana de la
célula diana.
• La emisión
de señales por la tirosina cinasa asociada a este
receptor.
• La activación de cuatro vías diferentes
de fosforilación/desfosforilación.
• La movilización de factores de
transcripción que finaliza con la
producción de ARNm.
• Según la acción predominante de la
glucocinasa o de la glucógeno sintetasa,
la glucosa se orientará hacia el
catabolismo con liberación de energía o
hacia la síntesis de glucógeno como forma
de almacenamiento.
• La síntesis de los triglicéridos y la
síntesis del glucógeno corresponden a los
efectos metabólicos de la insulina.
• Las complejas regulaciones de las
señales y de las cascadas enzimáticas en
una célula diana de la insulina se
representan en la
figura 65.
El uso de la insulina también se altera
por algunos factores.
1) Una insuficiencia cuantitativa y/o
cualitativa de insulina.
2) La acción en la célula diana de
mediadores enviados por otras células.
Reflexiones sobre la patogenia de
la
diabetes de tipo 2
La diabetes de tipo 2 puede explicarse
perfectamente por un ensuciamiento:
• Por una parte, por los circuitos de
secreción de insulina, representados en la
figura 66. Las cifras
3, 4, 5, 6 y 8 indican las estructuras o
las reacciones que podrían estar afectadas
en el interior de las células beta.
• Por otra parte, los circuitos de la
utilización de insulina, representados en
la figura 66. Las cifras del 2 al 10
indican las estructuras v las reacciones
que podrían estar afectadas en el interior
de las células diana (miocitos,
adipocitos, hepatocitos). El bloqueo
parcial o completo de algunas cascadas
enzimáticas puede desequilibrar el
funcionamiento de las células, con
hiperactividad de otras cascadas y a veces
producción muy importante de inhibidores
de la insulina, sugerida por las cifras 12
a 14
• Por ultimo, diversas células que
influyen a distancia en el comportamiento
de las células beta y de las células
diana. Las cifras 1, 2 y 7 en la figura
66, y las cifras 1 y 11 en la figura 65,
corresponden a este proceso.
Varios de los engranajes
detallados en las figuras 65 y 66 del libro, están probablemente
afectados Ignoro en qué pasos se produce
el ensuciamiento y se necesitarán sin
duda décadas y muchos progresos
científicos para saber más respecto a
este fenómeno. Creo que es de prever que
los engranajes afectados varíen de un
paciente a otro.
Las consecuencias del ensuciamiento de las
células beta y de las células diana por
moléculas exógenas procedentes de un
intestino delgado demasiado permeable
son un funcionamiento insuficiente e
inarmónico de estas células, lo que ocasiona
finalmente un déficit de la secreción de
insulina y una resistencia a esta hormona.
Estos dos fenómenos están
interrelacionados:
1) La resistencia a la insulina suscita en
un primer momento una respuesta
pancreática con aumento de la síntesis de
insulina. Pero las células beta
ensuciadas y agotadas no pueden mantener
indefinidamente un exceso de actividad y,
más adelante, se observa, por el
contrario, una disminución de la síntesis
de insulina.
Las sulfamidas hipoglucemiantes estimulan
a las células beta y las fuerzan a
secretar más insulina. El peligro es el
trabajo excesivo de las células beta, que
pueden morir de agotamiento. El número de
células beta disminuye cada vez más
deprisa, la insulinosecrecióni desciende bruscamente y la diabetes de tipo 2 se
vuelve insulinodependiente. El problema es
igual al de los caballos que arrastran una
carreta muy cargada. Si azotarnos al tiro,
los caballos tirarán durante algún tiempo
del vehículo, y después morirán de fatiga.
Es mucho más lógico aligerar el
cargamento. Más adelante veremos como.
2) La falta de insulina produce
insuficiencias en la utilización de la
glucosa por las células diana, lo que
agrava su ensuciamiento y, por tanto, la
resistencia a la insulina.
3) Por último, el exceso de glucosa en la
sangre ejerce un efecto tóxico, tanto en
las células beta (Poitout y Robertson,
1996) como en las células diana (Schlienger
y col., 1993).
Mi teoría sobre el mecanismo del
desarrollo de la diabetes de tipo 2 está
representada en la figura 67. He elaborado
esta figura teniendo en cuenta no sólo la
cadena principal de acontecimientos que
conducen a la hiperglucemia y a sus
complicaciones, sino también los
principales factores que la favorecen,
genéticos y adquiridos.
Si esta hipótesis es válida, tiene una
consecuencia practica esencial. Si la
alimentación moderna es la primera causa
de la diabetes de tipo 2, sustitución
por un modo nutricional bien elegido debe
ser el mejor tratamiento para la
enfermedad.
Si comparamos mi régimen y el clásicamente
recomendado a los diabéticos, observamos
que tienen algunas características en
común:
• Cantidad suficiente de glúcidos y
escasos azucares refinados.
• Escasez en lípidos y principalmente en
ácidos grasos saturados.
• Riqueza en fibras.
Pero mi método tiene objetivos más
ambiciosos que estas simples
modificaciones, que nunca han conseguido
curar una diabetes de tipo 2. Se trata de
descartar Los alimentos que las enzimas
humanas son incapaces de metabolizar, y
de conservar únicamente las sustancias a
las cuales nuestras enzimas están
adaptadas.
La dietética de tipo
ancestral tiene por
meta normalizar el contenido alimentario
y bacteriano del intestino delgado y
regenerar los enterocitos, con el fin de
que la mucosa recupere su impermeabilidad.
Esto debe permitir parar el flujo de
moléculas nocivas procedentes de la luz
digestiva, nefasto para las células beta,
los miocitos, adipocitos y hepatocitos. A
partir de este momento, el organismo
humano debe ser capaz de depurar
progresivamente los residuos exógenos de
las cuatro variedades de células que acabo
de citar. La «limpieza» puede llevar, si
el razonamiento es bueno, a la curación de
la diabetes de tipo 2.
Es esencial proceder al cambio nutricional
cuanto antes, cuando todavía queda un
número suficiente de células beta. Cuando
demasiadas células beta están destruidas,
en el mejor de los casos la glucemia
disminuirá aunque seguirá siendo más
elevada de lo normal; en el peor de los
casos, no se podrá evitar cl recurso de
la insulina.
Resultados prácticos
El régimen
Hipotóxico ha sido aplicado en
14 enfermos afectados de diabetes de tipo
2, cuyas características eran las
siguientes:
• 8 erando sexo masculino y 6 de sexo
femenino.
• Su edad en el momento de la consulta
oscilaba entre los 49 y los 71 años, con
una media de 62 años.
• La antigüedad de la diabetes de tipo 2
variaba entre 1 y 18 años, con una media
de 8 años.
• La glucemia en ayunas, cuyo valor no
siempre es estable, oscilaba entre 140 y
350 mg/dl según los pacientes.
• El porcentaje de hemoglobina glicosilada
se situaba entre el 6,7 y el 9,30 % según
los pacientes.
• En 6 enfermos habían surgido
complicaciones vasculares.
• Todos los sujetos testados tomaban uno o
varios medicamentos, sulfamida
hipoglucemiante, biguanida o acarbosa.
Ninguno había llegado todavía al periodo
de insulinodependencia.
Si consideramos criterios de éxito una
glucemia en ayunas igual o inferior a 100
mg/dl y un porcentaje de hemoglobina
glicosilada igual o inferior al 6%,
comprobamos que el cambio nutricional:
• Ha producido una mejoría clara en 3
pacientes, para los cuales la glucemia
sigue siendo, sin embargo, superior a 100
mg/dl, y cuyas cifras precisas son 145
mg/dl (al principio 220 mg/dl), 130 mg/dl
(al principio 260 mg/dl) y 120 mg/dl (al
principio 250 mg/dl). Estos sujetos
continúan tomando medicamentos, aunque en
dosis menores.
• Ha producido la remisión
completa de la
enfermedad en 11 pacientes, que han
suprimido todos los medicamentos. El
periodo de tiempo va de 6 meses para el
caso más reciente a 4 años para el caso
más antiguo.
La dieta ocasiona generalmente durante los
primeros meses un adelgazamiento tras el
cual el peso se estabiliza. No obstante,
el efecto del cambio nutricional en la
diabetes de tipo 2 no puede explicarse por
la corrección de la obesidad. Uno de los
enfermos, que pesaba 110 kg.
para una talla de 175 cm. antes de empezar
la dieta, aún pesaba 108 kg. después de
tres meses de régimen. A pesar de ello, su
glucemia en ayunas había pasado de 250
mg/dl a 98 mg/dl. Este hecho no es
sorprendente, ya que:
• Algunos individuos afectados de diabetes
de tipo 2 no tienen sobrepeso.
• Una pérdida acusada de peso en un obeso
mejora la diabetes, pero no la cura (Guichard-Rode
y col. 1997).
El régimen
Hipotóxico ejerce sus efectos
favorables al cabo de algunas semanas. El
beneficio se mantiene a medio plazo. La
vuelta a la alimentación moderna es
seguida de una recaída. No se ha
observado ninguna nueva complicación
vascular en las 14 personas sometidas al
test, lo cual es lógico, pues este tipo de
complicación está ligado a la
hiperglucemia.
La evolución de los daños degenerativos
vasculares ya instalados es variable. La
insuficiencia coronaria puede detenerse al
menos en parte. Algunas lesiones de
arteriosclerosis son reversibles tras
iniciar el régimen original. En cambio,
la neuropatía parece definitiva, sin duda
porque la destrucción de algunas
estructuras nerviosas es irreparable.
La imposibilidad de obtener una remisión
completa en una minoría de diabetes de
tipo 2 puede explicarse al menos de dos
maneras:
• Que el intestino delgado no sea
totalmente recuperable, de modo que
persista una permeabilidad exagerada de la
mucosa y sigan traspasándola moléculas
alimentarias y bacterianas peligrosas.
• Principalmente un páncreas no
recuperable por completo, ya que
demasiadas células beta están muertas o
definitivamente agotadas.
En suma, es importante empezar el régimen
alimenticio lo más pronto posible, antes
de que se hayan producido los daños
irreversibles que conducen a la
insulinodependencia.
La diabetes de tipo 2 constituye sin duda
uno de los principales éxitos de mi método
(Seignalet, 1999).
El Régimen Ancestral.
Los efectos de la aplicación del Régimen
en la
Diabetes tipo 2
quedan suficientemente explicados en este
último apartado de
Resultados prácticos
que nos refiere Seignalet. No creo
necesario, por tanto, añadir nada más.