LA WEB de la ARTRITIS REUMATOIDE
  • Alfonso Estudillo

    EXPERIENCIAS Y PRUEBAS

    EXPERIENCIAS CON LA LECHE

    por Alfonso Estudillo

Experiencias con la leche

Agosto, 2009

Principalmente, para conocimiento de aquellos pacientes que comienzan el Régimen y no lo hacen con la debida atención, es decir, que comen tal o cual cosa prohibida en la creencia de que no les va a hacer ningún daño porque "es poquito" o es "sólo de vez en cuando", quiero contarles una experiencia que viene a demostrar la extraordinaria importancia de seguir el Régimen a rajatabla y sin concesiones a pequeños caprichos más o menos continuados. En este caso he elegido la leche para la prueba porque hay muchos estudios sobre su alta nocividad, pero igual podía suceder con el pan y los cereales, con cualquiera de los muchos producto elaborados industrialmente o con alimentos sometidos a un cocinado prolongado y altas temperaturas.

Como ya en este año 2009 había superado los dos años sin que volvieran a aparecer los terribles e invalidantes dolores en las manos, y, lo más importante, absolutamente ninguna crisis o ataques en el resto de las articulaciones (o lo que es lo mismo, lo más parecido a estar curado) creí llegado el momento de probar si era posible dejar de observar ciertas normas y tomar siquiera un poco de algunos de los alimentos prohibidos. Me decidí por la leche por lo ya dicho.

Comencé a principios de mayo por echarle algo de leche (unos 50 ó 60 ml.) al café del desayuno. Al acabar el mes no había notado nada, por lo que decidí ampliar su ingesta con un trozo de queso manchego (entre 50 y 80 g.) cada dos días en la cena. Así lo hice durante todo el mes de junio. Pero seguíamos igual, no aparecían síntomas de la enfermedad. Fue entonces, a primeros de julio, cuando se me ocurrió, ampliar aún más la dosis de lácteos con la inclusión de unos helados, lo que, sin duda, provocaría la aparición de la Artritis.

La primera noche -10 de julio- tomé de postre una tarrina de helado stracciatella de unos 200 g. Amanecí bien, perfectamente, por lo que, llegada la noche, volví a repetir la misma operación y me comí otra tarrina igual. Y hasta aquí llegó la cosa. Al día siguiente -día 12- amanecí con hinchazón en la muñeca izquierda y el codo derecho. Esta última, bastante pronunciada y con todo el aspecto de una bursitis. Sin embargo, a pesar de ser muy ostensible la inflamación, apenas mostraban dolor en la inactividad, y muy leve en cualquier acción.

Pero a partir del siguiente día la hinchazón, las molestias y el dolor funcional se fueron acentuando en muñeca y codo. También, al andar, notaba un ligero dolor en los tobillos. Decidí entonces tomar las oportunas medidas: antiinflamatorios (Ibuprofeno de 600 mg.), uno por la mañana y otro a la tarde (junto con una cápsula de Omeprazol como protector gástrico) y por supuesto -conseguido el objetivo-, abandonar ya la prueba, es decir, no continuar tomando leche ni lácteos de ningún tipo.

Pasados unos días todo seguía igual: hinchazón, inflamación y dolor, todo bastante más acentuado al levantarme por las mañanas. Sin embargo, como estos síntomas no se correspondían totalmente con los de la Artritis que había sufrido durante 12 años, y, además, faltaba el más clásico en mí, o sea el dolor en las manos (no me dolían en absoluto), llegué a alarmarme pensando que, en lugar de mi artritis, pudiera ser alguna desconocida consecuencia de la más que previsible insuficiencia adrenal secundaria (consecuente a la toma de corticoides durante largos años). Por otro lado, atendiendo a que había más hinchazón de lo que se podría entender como normal, sobre todo en el codo, llegué a pensar en la posibilidad de una insuficiencia renal y su consecuente retención de líquidos. Para averiguarlo no había otra forma que analítica de la creatinina y el nitrógeno uréico... Pero, como no pensaba pisar un hospital ni someterme a posibles pruebas de todo tipo apenas hablara de mi historial de Artritis y de la remisión de ésta durante los últimos años, decidí reconsiderar todo lo que había y sacar las conclusiones más lógicas.

Lo primero, descartar la insuficiencia renal. Uno de los síntomas más acusados en las afecciones de los riñones es la escasa producción de orina. Y esta circunstancia no se daba en absoluto. Y en segundo lugar, entender que la bursitis del codo, aunque antes jamás la había padecido, era algo relativamente frecuente en enfermos de Artritis. Por otra parte, no debía sorprenderme, cuando es habitual que me lleve cada día muchas horas manejando el ratón del ordenador y justo con esa parte del codo apoyada y rozando continuamente contra la mesa.

Entendí que con el Ibuprofeno y la continuidad del Régimen normal era suficiente. Efectivamente. Unos días más tarde -día 26- comencé a notar que la hinchazón y el dolor, mucho más severos al levantarme, iban remitiendo, quedando sólo en ligeras molestias a medida que transcurría el día. La alimentación descrita en el Régimen Ancestral (y la supresión de la leche y lácteos que sirvieron de prueba), volvía a ser efectiva.

Pero no crean que la cosa era así de sencilla, porque la recuperación total está tardando algo más de lo que esperaba. De hecho, ahora, mientras escribo estas líneas, finalizando el mes de agosto, tanto el dolor como la hinchazón han remitido bastante, pero no del todo. Se advierte, por tanto, que esta particular recaída (provocada), no es una simple crisis o episodio agudo de la enfermedad que ya creíamos vencida, sino una reactivación de la misma en toda regla. Posiblemente, porque, aunque lo que activara la crisis fueran los helados (gran concentración de leche y sus elementos nocivos), las pequeñas, pero continuadas, tomas de leche y queso durante los meses anteriores, iban cooperando solapadamente en el ensuciamiento celular para, cuando el organismo no pudiera aguantar más, aparecer de nuevo la enfermedad con todas sus consecuencias.

En fin, que sigo observando el Régimen y mejorando poco a poco. Calculo que aún me faltará de 15 a 30 días para recuperar la normalidad de antes de comenzar la prueba. Por supuesto, creo que hubiera conseguido que remitiera mucho antes la inflamación con tan sólo tomar unas dosis más altas de antiinflamatorio y corticoides, pero, no he querido hacerlo. Me sirve así para recordar mejor y con más fuerza que padecí Artritis Reumatoide, y que, aunque ya la vencí una vez -y ahora continúo venciéndola-, dentro de mí aún se esconde el monstruo de la enfermedad esperando a que vuelva a alimentarla con cualquiera de las muchos venenos que nos venden en tiendas y supermercados para enseñarme de nuevo sus malditas garras.

Y me gustaría que esta experiencia sirviera de aviso a todos los que sufren Artritis o cualquier otra de las muchas enfermedades que se pueden curar con una alimentación adecuada, para que les conste que, no seguir a rajatabla el Régimen Ancestral o consumir de manera continuada cualquier alimento de los que se prohíben, puede hacer que la enfermedad no remita adecuadamente o, si ya está gozando de una buena remisión, que aparezcan de nuevo los dolores y vuelva a sentirse enfermo como si nunca se hubieran curado.

Realmente, cuesta trabajo admitir que la leche, ese maravilloso alimento que tanto nos ha gustado siempre -porque nos acostumbraron desde niños-, del que toda la publicidad y literatura no habla otra cosa que bondades y virtudes -y no sólo proveniente de las industrias lácteas sino hasta de muchos médicos y personal relacionado con la alimentación y la salud-, no sea otra cosa que un problemático alimento para la mayoría de los humanos (un 80% de la población presenta alergias o intolerancia) o un potencial tóxico activador de enfermedades para quienes, genéticamente o por las alteraciones hormonales y metabólicas propias de la edad, presentan mayor incapacidad para salir indemne de su continuada ingesta.

Tomen conciencia. Lean y repasen todo lo publicado y sigan el Régimen al pie de la letra. Por favor. Yo seguiré aquí con mis pruebas y experimentos -incluso tan desagradables como éste que hoy les cuento- para aportar experiencias e intentar ayudarles en todo cuanto pueda.




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