Podemos decir que la totalidad de las personas que hemos seguido el Régimen Ancestral con la fidelidad
suficiente hemos conseguido -o vamos a conseguir, a su debido tiempo- una remisión completa de todas las manifestaciones clínicas y
biológicas.
"Remisión" quiere decir lo más próximo a estar curado. Y si no digo "curación" es porque estas enfermedades
nuestras, Artritis, Espondilitis, Lupus, etc., son enfermedades que, a diferencia de las infecciosas, Difteria,
Cistitis, Varicela, etc. -que una vez tratado el agente causante desaparecen para siempre-, las reumatológicas no
son causadas por virus o bacterias sino que son polifactoriales y originadas por dos factores: el genético y el
medioambiental. Este último -compuesto casi en su totalidad por los alimentos que ingerimos- es el gatillante y
mantenedor único de la enfermedad, y es por ello que podemos combatirlo con total éxito por medio de una
alimentación adecuada. No así el otro factor, el genético, que nace con nosotros formando parte de nuestros
genes y, lógicamente, nos acompañará para siempre. Aclaro que por sí solos no tienen ninguna capacidad de
provocar la enfermedad, los genes son tan sólo una especie de historia escrita -distinta en cada persona- que
nos predetermina para -si se dan las circunstancias- hacernos sufrir la enfermedad. Y es por ello que
excluyendo de nuestra alimentación todos los tóxicos y agentes nocivos capaces de provocarla, conseguimos
eliminar toda manifestación clínica y biológica de la misma. Es decir, hemos hecho que "remita", que no pueda
manifestarse, que no esté. Si este status lo mantenemos siempre -y creo que podemos-, podríamos decir con toda propiedad
que estamos curados.
¿Y qué ocurre cuando ya estamos curados? ¿No volverán nunca más las inflamaciones y los dolores?
Teóricamente, así debería ser. Podemos afirmar que las grandes crisis, aquellas inflamaciones de manos, codos,
hombros, pies, rodillas, etc., que se perpetuaban en el tiempo y nos impedían hacer la mayoría de las
actividades cotidianas -cuando no totalmente imposibilitados para andar o estar de pie-, esas, en tanto
continuemos excluyendo de nuestra dieta los alimentos nocivos, se pierden para siempre. Sin embargo, aún
deberemos enfrentarnos en nuestra existencia diaria a un problema que nos afecta a todos los seres vivos y que
es la contaminación de todo cuanto nos rodea.
El aire que nos rodea está altamente contaminado por las emanaciones de fábricas y grandes zonas industriales,
incendios urbanos y forestales, explosiones de la minería y zonas en guerra, fumigación de cultivos, tránsito
continuado de millones de vehículos a motor, calderas de calefacciones en edificios, gases liberados de
aerosoles y frigoríficos, procesos de pudrición de materia orgánica, erosión del suelo por los vientos, etc.,
etc. Y no sólo nos afecta la polución a nivel planetario, también podemos encontrarla en nuestro hogar y locales
que frecuentamos. Entre los principales encontramos el polvo, uso de solventes y químicos domésticos, humo de
calefacciones y cocinas, emanaciones de pinturas de paredes y muebles, de los plásticos, de los aparatos
domésticos, etc.
Y, todo ello, con ser muy importante, apenas es nada si lo comparamos con la enorme cantidad de tóxicos que nos
llega con la alimentación. Sí, los hemos excluidos casi en su totalidad con un fiel y riguroso seguimiento del
Régimen Ancestral. Sin embargo, no podrá excluir las trazas de plaguicida, abonos y demás productos químicos que
usó el agricultor en el cultivo de esos magníficos tomates que comerá en la ensalada de hoy. Ni las hormonas,
antibióticos o piensos de escasa calidad que llevan el carísimo solomillo que compondrá el primer plato. Ni el
mercurio y otros metales pesados que llevan entre sus exquisitas carnes el filete de pez espada del segundo
plato. Ni, al igual que con los tomates, tampoco podrá eludir los contaminantes de las fresas o los melocotones
del postre.
Sólo son trazas lo que podemos encontrar en estos alimentos seleccionados, cantidades mínimas con apenas
capacidad para provocar ninguna reacción patológica... Sin embargo, la suma de todas y cada una de esas mínimas
cantidades tóxicas que toma a diario, multiplicadas por una semana, un mes o todo un año, si tenemos en cuenta
que muchos de estos elementos tardan en ser eliminados y se acumulan en el organismo, supondrá cantidad
suficiente como para que nuestros órganos, tejidos y células no puedan continuar sus acciones normales. La
consecuencia será un dolorcito más o menos severo y más o menos persistente en el codo, la muñeca, en los hombros...
La solución, aunque el problema es casi imposible de evitar, pasa por una rigurosa selección de todo cuanto
comemos. Ello implica un mayor conocimiento de los alimentos, de sus procesos -si los hubiera- y de sus crianzas
o cultivos. Evitaríamos con ello buena parte de esas pequeñas molestias o leves dolores que pueden aparecernos a
pesar de llevar fiel y meticulosamente el Régimen.
De ninguna forma tiene por qué aparecer una crisis con inflamaciones severas y continuadas una vez curados. Si
tal cosa ocurriera, debido -sin la menor duda- a que, consciente o inconscientemente, hemos transgredido las
pautas del Régimen, podemos solucionarlo con la toma de uno o dos antiinflamatorios -AINES o Coxib- durante los
breves días que podría durar la afección. Si con estos no se consiguiera, se debe recurrir a los corticoides de
la forma y pautas que se explican en el artículo "
Crisis y corticoides". Lo normal es que el dolor -la
mayoría de las veces una leve molestia- desaparezca en un par de días, incluso, tanto con el AINE como con unos 15 mg
de corticoide, en plazo de una o dos horas. Y que no tenga que tomar nada más hasta que, de persistir o volver a
darse las circunstancias que lo provocaron, el caso pudiera volver a ocurrir.
En lo que a mí respecta, tras que el pasado año (julio de 2013) me operara de la arritmia, y dejara de hacer
pruebas con los alimentos para seguir el Régimen de forma -podemos decir- normal, tan sólo he sentido las dichas
molestias en dos o tres ocasiones, pudiendo advertir que no eran las típicas inflamaciones de la Artritis
Reumatoide, sino leves tendinitis o tenosinovitis que han remitido a las pocas horas de la ingesta de 15 mg de
corticoide seguido -media hora después- de un Coxib.
Hasta el día de hoy, agosto de 2014, no puedo decir otra cosa sino que la curación es un hecho firme y
continuado que, salvo por las pequeñas molestias ya referidas, no se ve alterado por nada al paso del tiempo.
Por otro lado, la extraordinaria aportación del Régimen a nuestro organismo, que limpia de tóxicos y normaliza
todas las células, tejidos y órganos del cuerpo, al par que refuerza la acción del sistema inmune, nos garantiza
un óptimo estado de salud general que mantendrá plenas nuestras defensas y libre nuestro organismo de muchas
otras enfermedades y estados patológicos.