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  • Alfonso Estudillo

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    Los antiinflamatorios

    por Alfonso Estudillo

Los antiinflamatorios

Uno de los fármacos más utilizados en los tratamientos de las enfermedades reumáticas -podemos decir que no falta en ninguno- son los antiinflamatorios, fármaco perteneciente al grupo de los AINEs o Anti Inflamatorios No Esteroides.

Por su mecanismo de acción -muy diferente de los antiinflamatorios esteroides (los corticoides) de los que ya hablamos en otro artículo- podemos agruparlos en dos tipos:

-Los primeros -los más clásicos y conocidos- son los inhibidores no selectivos de la ciclooxigenasa tipo 1 (COX-1), entre los que podemos citar el Piroxican, Indometacina, Diclofenaco, Ibuprofeno, Naproxeno, etc., efectivos todos ellos en su acción reductora de la inflamación y el dolor, pero con elevada incidencia en efectos secundarios gastrointestinales, renales y plaquetarios. Estos efectos tienen explicación porque la enzima COX-1, al tiempo que provoca respuesta antiinflamatoria, tiene un cierto efecto citoprotector, por ello, al inhibirse, perdemos esa protección.

-Los segundos, los Coxib, entre los que encontramos el Celecoxib, Etoricoxib, Meloxicam, etc., son inhibidores selectivos de la ciclooxigenasa tipo 2  (COX-2), que, al inhibir la COX-2 sin inhibir por completo la COX-1, consigue la permanencia de las funciones protectoras de estas últimas y, al mismo tiempo, la síntesis inhibidora de prostaglandinas pro inflamatorias, reduciendo la inflamación y el dolor sin los efectos adversos gastrointestinales Desaparecen así complicaciones secundarias a la toma de los AINEs clásicos como son la gastritis o las úlceras. Podemos considerarlos, si no más eficaces, sí más "saludables", pero, tienen en contrapartida su alto precio (parece que se demora la caducidad de la patente de Celecoxib, que debía finalizar en 2014).

La Aspirina -el ácido acetil salicílico o salicilato- es un ácido orgánico simple que también pertenece al grupo de los AINEs. Harto conocida y el más antiguo de los anti dolorosos, fue sintetizada por primera vez por el químico francés Charles Frédéric Gerhardt en 1853, si bien, sus propiedades terapéuticas como analgésico y antiinflamatorio no fueron descritas hasta 1899 por el farmacólogo alemán Heinrich Dreser -lo que permitió su comercialización-. Es efectiva como antiinflamatorio y antipirético, aunque se suele usar más como analgésico.

Los AINEs están prohibidos en caso de alergia o asma con intolerancia, y desaconsejados si existe úlcera péptica o tendencia al sangrado gastrointestinal, así como en embarazos y madres lactantes. Conocemos amplia diversidad de opiniones sobre sus riesgos en el embarazo, por lo que resulta problemático marcar unas pautas totalmente correctas. No obstante, de los múltiples estudios consultados entresacamos como acertado que deben ser evitados en el primer trimestre (por el riesgo de aborto espontaneo) y en el tercero, especialmente en los días anteriores al parto, por un alto riesgo de adinamia uterina (pérdida de fuerza vital) y cierre prematuro del ductus arterioso (comunicación de la aorta con la arteria pulmonar en el feto, lo que incrementaría las probabilidades de hipertensión pulmonar y posibles daños hepáticos y renales). Deben ser el ginecólogo u obstetra quienes dictaminen su uso, tipo y dosis si fueran necesarios.

Mi opinión personal sobre los AINEs -derivada de la experiencia de muchos años tomándolos y de las particularidades observadas durante su estudio-, es que tienen una relativa eficacia sobre las inflamaciones cuando no son muy severas, pudiendo ser suficientes la ingesta de una o dos cápsulas al día de, por ejemplo, Ibuprofeno para que mengue o desaparezca por completo la inflamación y el dolor. Pero esto sólo sería efectivo en los primeros tiempos de aparición de la enfermedad, o bien estando ya curado por haber seguido el Régimen Ancestral el tiempo suficiente. Esta situación, que parece un tanto anómala, puede darse porque, aunque continuemos el Régimen correctamente, debido a la multitud de contaminantes que nos rodea o ingerimos con la mayoría de componentes de nuestra dieta diaria, nuestro organismo puede acusarlo con la aparición de leves y transitorias inflamaciones. Como no hay posibilidad de eludirlo, con la ingesta de uno o dos Ibuprofeno todas las molestias suele desaparecer en unas pocas horas. Es posible que tengan que repetirlo con cierta regularidad por la imposibilidad -repito- de eludir estos contaminantes.

En inflamaciones más severas -sobre todo en Artritis Reumatoide y tipos afines-, cuando se está en plena actividad de la enfermedad, no suele advertirse mejoría de las inflamaciones y el dolor. A esta falta de efectividad hay que sumar que es muy posible que sus efectos secundarios -más aún si debemos acompañarlos de protectores gástricos-, puedan incidir negativamente en los mecanismos metabólicos, estómago y demás órganos digestivos, y en el intestino delgado y en su permeabilidad. Aceptamos que sean de elección -y efectivos- en la Artritis Psoriásica y demás espondiloartropatías o reumatismos de tejidos blandos (opinión de la Medicina oficial), pero en la AR y patologías inflamatorias afines, parece más consecuente recurrir a los FARME y nuevas moléculas para su abordaje terapéutico y a los corticoides -en pautas temporales- en el corto plazo.

Ya lo saben. En la Artritis Reumatoide y sus subtipos nos sirven bien los AINEs para combatir inflamaciones leves y pasajeras. Pero si éstas llegan cuando aún no se ha conseguido una completa y definitiva remisión -lo que llamamos crisis o brotes-, la mejor forma de atenuarlas o erradicarlas por completo son los corticoides. Lo tienen explicado en la página "Crisis y corticoides".




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