Necesidad de actividad física
Que nuestro cuerpo necesita movimiento, mantenerse activo, no estar postrado en una cama o sentado en
una silla o sofá todo el día, es algo que sabemos o podemos entender todos. Y casi todos hemos
experimentados, especialmente los que ya dejamos atrás niñez y adolescencia, que, después de llevarnos
sentados varias horas seguidas, nos cueste trabajo ponernos de pie, a lo que sigue, las más de las veces, el
poder comenzar a andar. Es lógico puesto que tantas horas de inactividad ha hecho que nuestros
músculos, tendones y articulaciones se relajen excesivamente, pierdan tono y capacidades inmediatas y
no puedan ejercer sus funciones. Y esto es lo que percibimos en ese momento, pero hay más, porque también se ven
afectados por la inacción otras varias partes de nuestro organismo, entre ellas del sistema
cardiovascular, respiratorio y neurológico, que también nos pasarán factura con un mayor y más rápido
deterioro de nuestra salud. De ahí que tengamos que considerar la actividad física, no ya como
aconsejable o necesaria, sino imprescindible y obligada de hacer cada día en la medida que nos lo
permita nuestras fuerzas. No hacerlo significa ir hundiendo nuestra salud en un pozo sin fondo del que
nos resultaría extremadamente difícil volver a salir.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la actividad física como cualquier movimiento
corporal producido por los músculos esqueléticos, con el consiguiente consumo de energía. Ello incluye
las actividades realizadas al trabajar, jugar, andar, las tareas domésticas, las actividades
recreativas, etc.
La expresión "actividad física" no se debería confundir con "ejercicio", que es una subcategoría de
actividad física que se planea, está estructurada, es repetitiva y tiene como objetivo mejorar o
mantener uno o más componentes del estado físico (no obstante, entendiendo ambos términos como
esfuerzo corporal poco intenso, utilizaremos indistintamente uno u otro en estas notas).
Habrá muchas personas que, por accidentes, operaciones, senilidad u otras situaciones especiales,
tengan muy limitadas sus posibilidades de realizar cualquier actividad. Lo mismo que otras que cuentan con edad, salud y
capacidad para dedicar a ello todo el tiempo que le venga en gana. Tanto unos como otros deben buscar
asesoramiento en sus médicos o fisioterapeutas sobre las actividades o ejercicios que le son
aconsejables practicar de acuerdo a su estado y posibilidades. Porque no va dedicado a ninguno de
estos grupos las consideraciones y consejos que referenciamos en este artículo, sino, como es lógico,
al conjunto de personas que tratamos en esta web, es decir, a enfermos que sufren -o hemos sufrido- enfermedades reumáticas
-en cualquiera de sus tipos- u otras autoinmunes y de ensuciamiento en general.
Llegados aquí, y como las posibilidades y capacidades de llevar a cabo ciertas actividades o
ejercicios pueden ser buenas o estar muy limitadas por el tipo de enfermedad, tiempo padeciéndola, la
edad, peso y talla (IMC) y estado físico, y alguna que otra particularidad de cada paciente, considero
más aceptable proponer un prototipo común que debe ser valorado por cada uno y adaptado en conjunto
a sus particularidades.
Este prototipo, en cuanto a enfermedad, no puede contemplar otra que la considerada más común en el
conjunto de las enfermedades reumáticas, es decir, la Artritis Reumatoide. Y al
paciente lo señalamos como hombre o mujer, de unos sesenta años, complexión normal, IMC y estado
físico normal y de dos a seis años desde que le fuera diagnosticada la patología.
1º) Importantísimo es señalar que el descanso es tan necesario como el ejercicio. En todas sus formas,
pero, en especial, el sueño debe ser
reparador y durar unas ocho horas diarias (que se puede acompañar de una siesta de entre media a una
hora). De no dormir el tiempo necesario, es obligado buscar soluciones hasta conseguir la normalidad.
2º) El ejercicio tiene por función mantener la movilidad y fortalecer la musculatura. Además, también
mejora psicológicamente a los pacientes deprimidos. Han de hacerse decididamente y de
forma constante, pero de manera moderada y sin que ocasione dolor. Ejercicios recomendables -para los
que puedan- pueden ser
los aeróbicos, tales como el baile, la bicicleta de calle o estática, nadar, trotar, etc. Estos
implican una buena actividad de los sistemas respiratorio y cardiovascular, con estimables resultados
saludables.
3º) Algo menos intenso, una actividad que se debe practicar cada día es andar. Como ejercicio, irse al parque o zona
apropiada más cercana y pasear -preferiblemente a buen ritmo- al menos durante una hora. Si no puede
salir o ha de trabajar o estar sentado muchas horas seguidas, levantarse cada media hora y caminar
cinco o diez minutos por los pasillos de casa o lugar de trabajo. Esto se puede completar saliendo y
dando un buen paseo por calles y plazas en las horas de asueto. En todo lo referido es aconsejable
esforzarse en la medida que se pueda.
4º) Quienes estén menos capacitados y no puedan llevar a cabo los ejercicios referidos más arriba,
debe, como mínimo, procurar levantarse y pasear en la medida que pueda y, si no le es factible hacerlo
por si solo, con las ayudas que precise, bastones o muletas, pasamanos o asideros en los pasillos, o
asistido de algún familiar. En ningún caso debiera renunciar a hacerlo.
5º) Las manos, por sus constantes inflamaciones -y su continuada necesidad de uso-, son las zonas que
más problemas acarrea al paciente de AR y otras artritis. Puede que las sintamos inflamadas y
doloridas en todo momento, pero, siempre que el dolor lo permita, debemos proporcionarle algún
ejercicio para, si no devolverles la normalidad, mantenerlas al menos lo más útiles posible. Puede ser
bueno ejercitarlas con un aparato flexor o HandGrip (un muelle de acero con empuñaduras con las que se abre y cierra),
o bien una pelotita de goma. Y para los músculos de brazos y hombros, unas mancuernas de peso
apropiado a cada uno puede mantenerlos sin que nos niegue su necesaria utilidad. Si no se pudieran
usar estos aparatos, en último caso podemos recurrir a unos ejercicios simples para manos y brazos de los
que existen multitud de tablas en Internet.
6º) Para terminar, lo mismo que digo al principio, que lo importante es moverse cada día, no estar
sentado en una silla o postrado en una cama todo el día. Creo que queda perfectamente claro que la
actividad física, siquiera en sus formas mínimas -si no se pueden ejercicios más intensos y reglados-,
es necesaria y obligada de hacer cada día en la medida que nos lo permita nuestras fuerzas. No
hacerlo, repito, significa ir hundiendo nuestra salud en un pozo sin fondo del que nos resultaría
extremadamente difícil volver a salir