El calcio y los alimentos
Existe la creencia generalizada de que es imprescindible tomar a diario leche y lácteos para que no
nos falte calcio en nuestros huesos. Y no sólo es una creencia vulgar, sino que son muchos los médicos
y nutricionistas que prescriben leche y lácteos a sus pacientes como si fueran la panacea para nuestra
salud. Y no es verdad. Hay numerosos estudios e investigaciones de fuentes totalmente fiables que
confirman que la leche es totalmente prescindible. Respecto a ello, el Dr. Seignalet afirma lo siguiente: "Muchas personas piensan que
prescindir de la leche puede provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis, pues la
televisión, la prensa y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende de su
cantidad de calcio y sólo el consumo diario de productos derivados de la leche puede aportarlo en
cantidad suficiente. Sin embargo, yo digo firmemente que NO. El peligro de la falta de calcio es una
ilusión. Es cierto que la leche de vaca es rica en calcio, pero una vez en el tubo digestivo humano la
inmensa mayoría del mismo es precipitado en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las
heces fecales. Sólo una pequeña parte es absorbida."
El calcio es un metal alcalinotérreo del que, algunas de sus sales, sulfatos, carbonatos, oxalatos,
etc., forman parte de distintos biominerales que intervienen en la construcción y mantenimiento de
huesos y dientes, y, dividido en tres fracciones, en otras funciones metabólicas. El calcio esquelético
es relativamente estable y, además de formar parte de los huesos, contribuye como reserva para normalizar el sérico en sus funciones
metabólicas. Su deficiencia puede causar deformidades óseas, osteomalacia, raquitismo y osteoporosis,
y por la parte sérica, espasmos musculares, hipertensión arterial, hipercolesterolemia y cáncer de
colon y recto.
Diversos factores influyen favorablemente en la absorción de calcio, entre ellos: la vitamina D en su
forma activa, un pH ácido y los ejercicios. Los que disminuyen esta absorción son el ácido oxálico, el
ácido fítico, la fibra dietética, algunos medicamentos, malabsorción de grasas y el envejecimiento.
El calcio se absorbe a lo largo del tracto gastrointestinal, principalmente en el duodeno y yeyuno
proximal, controlado por la acción de la vitamina D que actúa como una hormona y aumenta su
captación en el borde en cepillo de la célula de la mucosa intestinal al estimular la
producción de una proteína que se le une. Un segundo mecanismo de transporte, pasivo, no
saturable e independiente de la vitamina D, ocurre a lo largo de todo el intestino.
El calcio solo se absorbe si está en una forma hidrosoluble y no se precipita por otro componente de
la dieta como los oxalatos (contenido en el ruibarbo, espinaca o acelgas), o los fitatos (compuesto
que contiene fósforo y encontramos en la cáscara de los cereales). Esto es parte de lo que conocemos
como biodisponibilidad, o sea, la mayor o menor facilidad de aprovechamiento por nuestro organismo de
los nutrientes en cuestión. En este aspecto sabemos que el calcio se absorbe aceptablemente en
algunos alimentos que lo contienen en alta proporción. Estos son las algas, las hortalizas de hojas verdes, ciertos pescados y mariscos, los frutos
secos, las semillas oleaginosas y las legumbres. Luego viene la leche (120 mg. por 100 g.) y los lácteos.
Hacer un listado con los alimentos más ricos en calcio sólo sería algo orientativo y no determinante a
la hora de elegirlos, puesto que los de mayor contenido de calcio no siempre van acompañados de la
suficiente biodisponibilidad. Además, debemos tener en cuenta que su contenido en otros nutrientes
puede ser muy rico o no contener apenas nada. Podemos citar a las algas comestibles (combu, wakame,
nori, etc.) como muy altas en calcio (hasta 1.300 mg. por 100 g.) y su buen contenido en nutrientes
como magnesio, potasio, hierro, yodo, vitaminas, oligoelementos y hasta proteínas (espirulina), siendo
su biodisponibilidad media-alta. La familia de las coles, así como la soja y algunas legumbres,
también son altas en calcio (160 a 300 mg. por 100 g.) y buena biodisponibilidad. Las sardinas,
boquerones, gambas y langostinos son también buena fuente de calcio (hasta 400 mg. por 100 g.). Lo son
también la mayoría de los vegetales de hoja verde, así como muchas frutas y frutos secos.
Los hasta ahora reseñados son los de mayor y mejor aporte, pero el calcio lo encontramos -en
proporciones que van desde unos pocos mg. hasta más que la leche de vaca- en casi la totalidad de los
alimentos de uso diario. Conste, pues, que no debe preocuparse lo más mínimo de posibles carencias por
excluir la leche en su dieta diaria. Se suple con los citados y una dieta variada sin el menor
problema.
El Régimen Ancestral excluye leche y lácteos porque sus proteínas (caseína y suero lácteo) y su azúcar
(la lactosa) son altamente nocivos para pacientes con enfermedades reumatológicas, neurológicas,
autoinmunes y de ensuciamiento en general. Así como los cereales, los azúcares, los aceites refinados
o los alimentos procesados. Pero deja al libre criterio de cada paciente la elección de
un amplísimo número de alimentos que posibilita una dieta de lo más variada y saludable.